miércoles, 24 de agosto de 2011

Nada se parece


Nada se parece al nacer. Iba a escribir sobre cosas que tienen movimiento, sabor de fruta, pulsar de aire, solidez de piedra. Pensaba alambrar palabras, pintar un nombre, predicar un crecimiento. En cambio, este torrente de sílabas amontonadas. Esta barca de silencio que calla un nombre, que regala un secreto.
Soñé el sueño del insomne, el que deja la puerta abierta y se queda despierto, esperando que algo pase y devele un instante.
Fabrico con cansancio mi sucesión de días.
Todo se dice una sola vez.
Todo cambia tan rápidamente. Soy el único silencio que repito cuando estoy.

viernes, 19 de agosto de 2011


No estoy llorando. Es que el fuego me nubla la vista. Y yo hice un pacto: no mirarnos de frente, sólo sospecharnos.
Parece que estoy callada, pero no estoy llorando. Ayer hubo un derrumbe, un montón de dioses se desplomaron con un sólo grito.
Te repito, no es que esté llorando.
¿Pero te diste cuenta cómo caían risas, conjuros, ropa, vestuario?
Si me preguntan digo: es el aire, no me acostumbro a esta altura. Y si vos me preguntás, me callo. Pero insisto, estoy acá, no estoy llorando.

martes, 16 de agosto de 2011

El paraíso


El paraíso no se parece a mí. Tampoco a vos.
Ahora es lejano. Con una palmera arqueada señalando lo turquesa.
Se va en avión. No queda donde confluyen cuatro ríos. No está donde siempre estará Eva.
Está más cerca de la noche vestida de sábana. Porque ahí se baila.
Pero no se parece ni a vos ni a mí ni a ningún encuentro a mitad de camino en un país exótico.
Si hay paraíso debe ser como el de Colón. Una alucinación después de meses navegando.

No me di cuenta


Pasó tan rápido que no me di cuenta. No lo vamos a negar, yo tenía una trenza armada desde los cuatro años y ella la desataba de a poquito, como si mi peinado fuera otro, como si sólo ella lo conociera.
Yo tenía un lecho tendido y un corazón impaciente goteando al ritmo de las canciones que bailábamos.
Sabíamos que iba a pasar. No porque lo supiéramos sino porque estaba desde antes, en alguna parte de esos cuerpos. Y a veces aparecía y tenía la forma del insomnio entre las amígdalas. Y sólo hizo falta ponerle el rose, la mirada siempre a mitad de camino. Que  todos se fueran yendo y que quedáramos vos y yo ahí.
Feliz cumpleaños, me dijiste. Y me regalaste un montón de versos, piezas  para jugar al yenga.
Sí, ese mismo día me olvidé los tres deseos.

sábado, 13 de agosto de 2011

que


Quería que se fuera. Que abandonara mi cama, que pudiera volver a un suspiro vacío. Quería que despertara para siempre y notara los besos que le dejé en la almohada. Que los recogiera y se los llevara.
Después quería que se olvidara de la piel temblando al alcance de su mano. Que se convirtiera en campana. Y el viento ríe mientras llora.
Que después invente el  abrazo más ancho.
Que se lleve el poema.
Que vuelva a ser mañana.

martes, 9 de agosto de 2011

Después


Te lo voy a volver a contar cuando menos lo esperes. Entonces la fiesta de la diversidad ya no van a ser los kumbia queers. Esa noche no va a ser la noche en que el cumpleaños fue mi cumpleaños.
Un día que estés callado y que me mires de otra forma, te lo voy a contar. Tampoco esa noche  va a ser la noche que se hizo día y con mi amigo nos dijimos cosas tan insoportables que no pudimos dejar de llorar. Pero dejamos de llorar. Un día te lo cuento.

(-a Después se lo llevaron preso. Se fué con los pájaros del deseo.)

Feliz cumpleaños


La ayuda que te voy a pedir es que cuando me veas bailando vengas. Y estés cerca mío y no me amenaces con el mundo. Que me rodees algodonadamente y que no dejes que me hagan nada. Así yo no me hago nada. Así al otro día puedo estar en el mundo. En un mundo que no se mueva tanto. El mundo de las cosas que salen de su casa y hacen cosas.