sábado, 17 de septiembre de 2011

La caja


La caja de sentido estaba vacía pero poco a poco la fueron remodelando. Primero le pusieron las pestañas. De un lado pusieron un par de orejas bien grandes. Después unos sillones. Y al final de todo los cambiaron. Eran demasiado cómodos. La gente venía, se sentaba y se despatarraba. Así que los cambiaron por unos que te hacen sentar derechito. Más pequeños.
Pero a la caja de sentido lo que le faltaba eran más ventanas. Así que a las que tenía le pusieron unos hilitos que se mueven. Son para ahuyentar a las palomas, para que no te estén mirando a los ojos mientras lloras. Porque en la caja de sentido a veces se llora. Pero está bien. Está dentro de lo previsto: hay pañuelitos y son descartables.
Me preguntás si hay soberano en la casa del sentido. Me gusta jugar a que a veces soy yo y a veces sos vos. Y sobre todo a cambiar de lugar las orejas gigantescas.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Te voy


Te voy a escribir un poema que diga despacito que nunca te voy a dejar de querer. No sé cómo pero cuando terminés de leerlo te vas a imaginar que el tiempo se escapó como río y que el tiempo está después.
Entonces cuando leas otras cosas que nos hagan acordar a esos momentos que sí tratamos de olvidar, vas a poder escuchar como una canción diciéndote al oído el tiempo está después el tiempo está después.
Mañana te voy a escribir un poema que empiece diciendo que mañana ya llegó. Y que llegamos tarde a la repartición de lo oportuno. Pero que aunque a veces no lo sospechemos, el tiempo está después.
En una de esas el poema tiene un río y yo esté como tocando sin querer la noche, el agua. Vos podés venir en canoa y tocar una canción de cuna que hable del día, de gastarse la vigilia listo para hacerlo.
Y aunque ahí tengamos que pensar que nunca hicimos ese viaje, que nunca al río, que nunca despacio nos contamos, igual vamos  a saber que el tiempo y el poema todavía están después.

martes, 13 de septiembre de 2011

Se fue

No es casual que no te acuerdes de mí pero sí del pedacito  de uña que mordía mientras hablábamos.
Te asombrás tarde. Ya no se descansa en ningún asombro.
Se fue también el día de perder la angustia. Y sobre todo el de los adornos. A los nuestros no los encuentro. Deben estar en la casa en el aire que nunca terminamos de pagar.
Deben estar ahí, seguro, juntando estorbo.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Torre de cajitas


Lo raro de la torre de cajitas es que está muy alta. Pero lo más raro es que yo las puse así.
El asombro de esperar que alguien pase y las desparrame todas no se acaba nunca.
Y ahí te quiero ver. A vos y a toda la tradición los quiero ver. Ordenando cajitas.
Como si a esa altura importara.

martes, 6 de septiembre de 2011

Desperté


Me desperté sintiendo sólo una lengua. Me quedé acostada pero estuve siendo la boca de un lagarto. Esos que se camuflan para que el mundo no los devore.
La lengua es un órgano de conocimiento.
Entonces despertar. Lamer el día. No encontrar. Recorrerte hasta en sueños con la peligrosa cautela de un lagarto.
También escribir.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Yo te lo quise


Yo te lo quise decir, pero vos tenías la mirada perdida en el día en la noche que se iba volando. Traté de mil formas. Dormiste tranquila. Sólo de madrugada, tu brazo. A la mañana me consumí sola. Me tomé la mitad de los besos que no te di, la otra bendijo el desayuno. Te hablé de algo viejo que se volvió cartas, que se volvió sin respuesta. Y ni siquiera así.
Cada vez queda menos día después.

Ya no queda tiempo


Ya no queda tiempo para pensar en la felicidad. Iba en un cole y pasó la muerte en patineta. Yo me hice la que me iba a la peluquería. Al fin y al cabo era cierto. El pelo rojo, más rojo todavía. Y seguro que ni siquiera así me va a ver. Más rojo. Ese es el truco de hoy.