Que no te toque me pedís. Y vamos a ver cómo si al menor descuido de la gente
nos encerramos en tu habitación y me saltás encima.
Entonces esto es amenazarse con amor. Y acá
siempre se pierde. Y del otro lado no vamos a quedar dos.
Fijáte cómo vas haciendo hasta que tengamos una
casa en el aire y vos te vuelvas aviador y yo te deje caer en paracaídas.
Te lo digo para que después no digas Ahora lo
que te pasa está tan lejos que lo puedo leer. Acordáte, yo también estuve ahí.
Y aunque no me viste ni se lo dije a nadie, lloré.
No es eso. No es que no hayamos notado a tiempo
que cada uno a su tiempo asistió a lo mismo. Es que nunca lo notemos.
Con tan bella forma de advertir, se lanza sin paracaìdas. Un abrazo.
ResponderEliminar