Quería que se fuera. Que abandonara mi cama, que pudiera volver a un suspiro vacío. Quería que despertara para siempre y notara los besos que le dejé en la almohada. Que los recogiera y se los llevara.
Después quería que se olvidara de la piel temblando al alcance de su mano. Que se convirtiera en campana. Y el viento ríe mientras llora.
Que después invente el abrazo más ancho.
Que se lleve el poema.
Que vuelva a ser mañana.
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